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Entonces su mujer le dijo: — ¿Todavía te aferras a tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!
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Pero él le respondió: — ¡Has hablado como hablaría cualquiera de las mujeres insensatas! Recibimos el bien de parte de Dios, ¿y no recibiremos también el mal? En todo esto Job no pecó con sus labios.
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