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»Porque no conoció sosiego en su interior, no se salvará ni con su más preciado tesoro.
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Nada quedó que no comiese; por eso no durará su prosperidad.
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En la plenitud de su opulencia tendrá estrechez; toda la fuerza de la miseria caerá sobre él.
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Cuando se ponga a llenar su estómago Dios enviará sobre él el ardor de su ira; hará llover sobre él el fuego de su furor.
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Huirá de las armas de hierro pero una flecha de bronce lo atravesará.
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Saldrá una flecha por su espalda; y la punta resplandeciente, por su hiel. Los horrores vendrán sobre él.
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»Todas las tinieblas le están reservadas, como si fueran su tesoro. Un fuego no atizado lo devorará, y serán quebrantados los que hayan quedado en su morada.
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Los cielos revelarán su iniquidad, y la tierra se levantará contra él.
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El producto de su casa será llevado por los torrentes en el día de su furor.
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Esta es la porción de parte de Dios para el hombre impío, la heredad que por su palabra le ha asignado Dios.
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