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Entonces intervino Elifaz el temanita y dijo:
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— ¿Puede el hombre fuerte traer provecho a Dios? ¿Puede el hombre inteligente serle de provecho?
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¿Le deleita al Todopoderoso el que tú seas justo? ¿Gana algo con que tú hagas perfectos tus caminos?
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¿Es por tu piedad que él te reprende o acude contigo a juicio?
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¿Acaso no será grande tu maldad y sin fin tus iniquidades?
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Sin razón tomabas prenda de tus hermanos y despojabas de sus ropas a los desnudos.
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No dabas de beber agua al cansado, y al hambriento le privabas de pan.
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Como un hombre poderoso a quien le pertenece la tierra y un enaltecido que habita en ella,
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despedías a las viudas con las manos vacías y quebrantabas los brazos de los huérfanos.
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Por eso hay trampas alrededor de ti, y te turba el terror repentino
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o las tinieblas, de modo que no veas y te cubra abundancia de aguas.
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