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»Trata, pues, de llevarte bien con Dios; reconcíliate, y por ello te vendrá prosperidad.
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Toma, pues, de su boca la instrucción y pon sus dichos en tu corazón.
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Si te vuelves al Todopoderoso serás edificado. Si alejas de tu morada la maldad,
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y pones sobre el polvo el oro, el oro de Ofir, como si fuera piedras del arroyo,
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y si el Todopoderoso es tu oro y tu plata más escogida,
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entonces te deleitarás en el Todopoderoso y podrás alzar tu cara hacia Dios.
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Orarás a él, y él te escuchará; y podrás pagar tus votos.
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Decidirás algo, y se te realizará; la luz resplandecerá sobre tus caminos.
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Cuando sean abatidos, tú dirás: “Sean enaltecidos”. Y Dios salvará al de humilde mirada.
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Librará al inocente; escapará por causa de la limpieza de tus manos.
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