-
¡Oh, si yo pudiera saber dónde hallar a Dios! Entonces iría hasta su morada,
-
expondría delante de él mi causa y llenaría mi boca de argumentos.
-
Yo sabría las palabras que él me respondiera, y entendería lo que me dijera.
-
¿Contendería conmigo con la grandeza de su fuerza? No; más bien, él me prestaría atención.
-
Allí el justo podría argüir con él, y yo me libraría para siempre de mi Juez.
-
»Si voy al oriente él no está allí; y si voy al occidente no lo percibo.
-
Cuando él actúa en el norte no lo diviso; se vuelve al sur pero no lo veo.
-
Sin embargo, él conoce el camino en que ando; cuando él me haya probado saldré como oro.
-
Mis pies han seguido fielmente sus huellas; he guardado su camino y no me he apartado.
-
No me he apartado del mandamiento de sus labios; en mi seno he guardado los dichos de su boca.
-
»Pero él es Único; ¿quién le hará desistir? Lo que su alma desea, él lo hace.
-
Ciertamente él completará lo que ha determinado acerca de mí, y tiene en mente muchas cosas semejantes.
-
Por lo cual yo me turbo en su presencia; lo considero, y tengo miedo de él.
-
Pero Dios ha debilitado mi valor; el Todopoderoso me ha aterrado.
-
Sin embargo, no he sido silenciado por las tinieblas ni porque me haya cubierto la oscuridad.