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Las columnas de los cielos se estremecen y están atónitas ante su reprensión.
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Él aquietó el mar con su poder, y con su entendimiento aniquiló a Rahab.
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Con su soplo despejó los cielos, y su mano atravesó a la serpiente furtiva.
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»He aquí, estos son tan solo los bordes de sus caminos. ¡Cuán leve murmullo hemos oído de él! Pero el trueno de su poderío, ¿quién lo podrá comprender?
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