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»¿Por qué no morí en las entrañas, o expiré al salir del vientre?
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¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Para qué los pechos que mamé?
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Pues ahora yacería y estaría en quietud. Dormiría y tendría reposo
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junto con los reyes y los consejeros de la tierra que reedificaron ruinas para sí;
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o con los príncipes que poseían el oro y que llenaban de plata sus casas.
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¡Oh! ¿Por qué no fui escondido como un abortivo, como las criaturas que nunca vieron la luz?
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