-
»¿Por qué no morí en las entrañas, o expiré al salir del vientre?
-
¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Para qué los pechos que mamé?
-
Pues ahora yacería y estaría en quietud. Dormiría y tendría reposo
-
junto con los reyes y los consejeros de la tierra que reedificaron ruinas para sí;
-
o con los príncipes que poseían el oro y que llenaban de plata sus casas.
-
¡Oh! ¿Por qué no fui escondido como un abortivo, como las criaturas que nunca vieron la luz?
-
Allí los impíos dejan de perturbar; allí descansan los de agotadas fuerzas.
-
Los prisioneros están juntos en descanso y no escuchan la voz del capataz.
-
Tanto el pequeño como el grande están allí; y el esclavo ya libre de su amo.
Continúa después de la publicidad