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Allí los impíos dejan de perturbar; allí descansan los de agotadas fuerzas.
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Los prisioneros están juntos en descanso y no escuchan la voz del capataz.
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Tanto el pequeño como el grande están allí; y el esclavo ya libre de su amo.
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»¿Para qué darle luz al que sufre, y vida a los de alma amargada;
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a los que esperan la muerte, y no llega aunque la busquen más que a tesoros enterrados;
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