-
— Perezca el día en que nací y la noche en que se dijo: “¡Un varón ha sido concebido!”.
-
Sea aquel día tinieblas. Dios no pregunte por él desde arriba ni resplandezca la claridad sobre él.
-
Reclámenlo para sí las tinieblas y la densa oscuridad; repose sobre él una nube, y cáusele terror el oscurecimiento del día.
-
Apodérese de aquella noche la oscuridad. No sea contada junto con los días del año ni aparezca en el cómputo de los meses.
-
¡He aquí, sea aquella noche estéril; no penetren en ella los gritos de júbilo!
-
Maldíganla los que maldicen el día, los que se aprestan a instigar al Leviatán.
-
Oscurézcanse sus estrellas matutinas. Espere la luz, pero no le llegue ni vea los destellos de la aurora;
-
porque no cerró las puertas de la matriz, para esconder de mis ojos el sufrimiento.
Continúa después de la publicidad