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¡He aquí, sea aquella noche estéril; no penetren en ella los gritos de júbilo!
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Maldíganla los que maldicen el día, los que se aprestan a instigar al Leviatán.
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Oscurézcanse sus estrellas matutinas. Espere la luz, pero no le llegue ni vea los destellos de la aurora;
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porque no cerró las puertas de la matriz, para esconder de mis ojos el sufrimiento.
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»¿Por qué no morí en las entrañas, o expiré al salir del vientre?
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