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Me abominan y se alejan de mí; no se refrenan de escupir mi cara.
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Porque Dios ha aflojado la cuerda de mi arco y me ha afligido, ellos se han desenfrenado en mi presencia.
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A la derecha se levanta la chusma; empujan mis pies y preparan contra mí sus destructivos caminos.
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Arruinan mi senda; se aprovechan de mi destrucción. No hay quien los detenga.
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Entran como por amplia brecha y dan vueltas en medio de la devastación.
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Los terrores se han vuelto contra mí; mi honor es perseguido como por el viento, y ha pasado como la nube mi prosperidad.
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»Ahora mi alma se derrama en mí; los días de la aflicción se han apoderado de mí.
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La noche me taladra los huesos, y los que me corroen no reposan.
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Con gran fuerza es desfigurada mi vestidura; me aprieta como el cuello de mi túnica.
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Tú me has arrojado en el lodo, y he llegado a ser como el polvo y la ceniza.
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Clamo a ti, y tú no me respondes; me presento, y tú no me atiendes.
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Te has vuelto cruel para conmigo; con el poder de tu mano me persigues.
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Me levantas, me haces cabalgar sobre el viento, y luego me deshaces en la tormenta.
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Porque sé que me conduces a la muerte, a la casa destinada para todos los vivientes.