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»Si puse al oro como objeto de mi confianza, y al oro fino dije: “Tú eres mi seguridad”,
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si me he alegrado porque era grande mi riqueza o porque mi mano haya logrado tanto,
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si he mirado al sol cuando resplandece y a la luna desplazándose en su esplendor,
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si en secreto fue seducido mi corazón y mi boca les envió un beso con la mano,
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esto también habría sido un delito digno de castigo; porque habría negado al Dios de lo alto.
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