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¿Acaso los hombres de mi morada no decían: “No se podrá hallar a alguien que no se haya saciado con su carne”?
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El forastero no pasaba la noche en la calle pues yo abría mis puertas al caminante.
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¿Acaso cual Adán he encubierto mis transgresiones escondiendo en mi seno mi iniquidad?
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