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»Si he andado con la vanidad y mi pie se ha apresurado al engaño,
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entonces que Dios me pese en la balanza de justicia y conozca así mi integridad.
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Si mi paso se apartó del camino y mi corazón se fue en pos de mis ojos, o si alguna mancha se pegó a mis manos,
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entonces que otro coma lo que yo siembre, y sea desarraigado lo que plante.
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»Si mi corazón ha sido seducido con respecto a una mujer, y si he acechado a la puerta de mi prójimo,
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entonces que muela para otro mi mujer, y sean otros los que se inclinen sobre ella.
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Porque aquello sería una infamia y un delito digno de castigo.
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Sería un fuego que devoraría hasta la completa destrucción, y desarraigaría toda mi producción.
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»Si he menospreciado el derecho de mi siervo o de mi sierva cuando tuvieron litigio conmigo,
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¿qué haré cuando Dios se levante? ¿Qué le responderé cuando me pida cuentas?
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El que me hizo a mí en el vientre, ¿no lo hizo también a él? ¿No nos formó uno mismo en la matriz?
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»Si he estorbado los anhelos de los pobres y he hecho desfallecer los ojos de la viuda,
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si he comido mi bocado yo solo y no ha comido de él también el huérfano
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(aunque desde mi juventud yo lo crié como un padre, y desde mi nacimiento la guié),
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si he visto a alguien perecer por falta de vestido o que el necesitado carezca de abrigo,
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si no me bendijeron sus lomos ni se abrigó con el vellón de mis ovejas,
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si he alzado mi mano contra el huérfano cuando me vi apoyado en el tribunal,
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entonces desgájese del hombro mi brazo, y sepárese mi brazo de mi antebrazo.
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Porque he temido el castigo de Dios contra cuya majestad yo no podría actuar.
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»Si puse al oro como objeto de mi confianza, y al oro fino dije: “Tú eres mi seguridad”,
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si me he alegrado porque era grande mi riqueza o porque mi mano haya logrado tanto,
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si he mirado al sol cuando resplandece y a la luna desplazándose en su esplendor,
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si en secreto fue seducido mi corazón y mi boca les envió un beso con la mano,
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esto también habría sido un delito digno de castigo; porque habría negado al Dios de lo alto.
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»¿Acaso me he alegrado por el infortunio del que me aborrece, o me regocijé cuando le alcanzó el mal?
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Yo no he entregado mi boca al pecado pidiendo su vida con imprecación.
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¿Acaso los hombres de mi morada no decían: “No se podrá hallar a alguien que no se haya saciado con su carne”?
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El forastero no pasaba la noche en la calle pues yo abría mis puertas al caminante.
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¿Acaso cual Adán he encubierto mis transgresiones escondiendo en mi seno mi iniquidad?
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Pues estaba alarmado de la gran multitud y me atemorizaba el desprecio de las familias, de modo que callé y no salí a mi puerta…
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¡Oh, si yo tuviera quién me oyera! »He aquí mi firma. ¡Que el Todopoderoso me responda! ¡Que mi adversario escriba un acta contra mí!
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Ciertamente yo la llevaría sobre el hombro, y me la ceñiría cual corona.
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Yo le rendiría cuentas de todos mis pasos; como un príncipe me acercaría a él.
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Si mi tierra clama contra mí y junto con ella lloran sus surcos,
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si he comido de su fuerza sin pagarlo o he hecho expirar a sus dueños,
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entonces que me broten cardos en lugar de trigo y cizaña en lugar de cebada. Terminaron las palabras de Job.