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Estos tres hombres cesaron de responder a Job porque él era justo ante sus propios ojos.
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Entonces se encendió contra Job la ira de Elihú hijo de Beraquel el buzita, de la familia de Ram. Se encendió su ira contra Job por cuanto se justificaba más a sí mismo que a Dios.
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Igualmente, se encendió su ira contra los tres amigos porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job.
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Elihú había esperado para hablar a Job porque ellos eran mayores que él en edad.
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Pero al ver Elihú que no había respuesta en la boca de aquellos tres hombres, se encendió en ira.
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Entonces intervino Elihú hijo de Beraquel el buzita y dijo: — Yo soy menor en años, y ustedes son ancianos; por eso tuve miedo y temí declararles mi opinión.
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Pensé que hablarían los días, y los muchos años darían a conocer sabiduría.
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No obstante, es el espíritu en el hombre, el soplo del Todopoderoso, que le hace entender.
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No son los mayores los sabios ni los viejos los que disciernen lo justo.
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Por eso digo: Escúchenme, yo también expresaré mi parecer.
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He aquí, he esperado las palabras de ustedes; he escuchado sus razones mientras rebuscaban qué decir.
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Yo les he prestado atención, pero he aquí que ninguno de ustedes ha logrado reprobar a Job o responder a sus dichos.
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No sea que digan: “Hemos hallado la sabiduría; Dios lo refutará, no el hombre”.
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Él no dirigió sus palabras a mí, ni yo le responderé con los dichos de ustedes.
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»Se desconcertaron; no volvieron a responder; se les fueron los razonamientos.
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¿He de esperar porque ellos no hablan, porque pararon y no respondieron más?
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Yo también responderé mi parte; yo también expresaré mi parecer.
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Porque estoy lleno de palabras, y me impulsa mi espíritu dentro de mí.
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He aquí que mi interior es como vino sin respiradero, y, como odres nuevos, va a reventar.
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Hablaré, pues, y hallaré desahogo; abriré mis labios y responderé.
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Yo no haré distinción de personas, a ningún hombre adularé.
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Porque nunca he sabido adular; mi Hacedor me llevaría en breve.