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»En verdad, tú hablaste a oídos míos; yo oí el sonido de tus palabras:
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“Yo soy limpio y sin transgresión; soy inocente, y no hay maldad en mí.
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He aquí, Dios halla pretextos contra mí y me considera su enemigo.
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Puso mis pies en el cepo y vigila todas mis sendas”.
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