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Elihú continuó diciendo:
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— Oigan, oh sabios, mis palabras; ustedes, los que saben, atiéndanme.
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Porque el oído distingue las palabras, y el paladar prueba la comida.
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Escojamos lo que es correcto; conozcamos entre nosotros lo bueno.
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Pues Job ha dicho: “Yo soy justo, pero Dios me ha quitado mi derecho.
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¿He de mentir respecto a mi derecho? Mi herida es incurable a pesar de que no hubo transgresión”.
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»¿Qué hombre hay como Job, que bebe el escarnio como agua,
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que va en compañía con los que obran iniquidad y anda con los hombres impíos?
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Pues ha dicho: “El hombre no sacará provecho de estar de acuerdo con Dios”.
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»Por tanto, óiganme, hombres entendidos. ¡Lejos esté de Dios la impiedad, y del Todopoderoso la iniquidad!
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Porque él retribuye al hombre de acuerdo con sus obras, y hace que cada uno halle lo que corresponde a sus caminos.
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Realmente, Dios no hará injusticia; el Todopoderoso no pervertirá el derecho.
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¿Quién le ha puesto a cargo de su tierra? ¿Quién le ha encomendado el mundo entero?
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Si él se propusiera en su corazón y retirara su espíritu y su aliento,
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toda carne perecería juntamente y el hombre volvería al polvo.
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»Si has entendido, oye esto; escucha la voz de mis palabras:
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¿Acaso gobernará el que aborrece el derecho? ¿Condenarás al Justo y Poderoso?
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Él es el que dice al rey: “¡Perverso!”, o a los nobles: “¡Impíos!”.