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»Por tanto, óiganme, hombres entendidos. ¡Lejos esté de Dios la impiedad, y del Todopoderoso la iniquidad!
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Porque él retribuye al hombre de acuerdo con sus obras, y hace que cada uno halle lo que corresponde a sus caminos.
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Realmente, Dios no hará injusticia; el Todopoderoso no pervertirá el derecho.
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¿Quién le ha puesto a cargo de su tierra? ¿Quién le ha encomendado el mundo entero?
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Si él se propusiera en su corazón y retirara su espíritu y su aliento,
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toda carne perecería juntamente y el hombre volvería al polvo.
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