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»Si has entendido, oye esto; escucha la voz de mis palabras:
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¿Acaso gobernará el que aborrece el derecho? ¿Condenarás al Justo y Poderoso?
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Él es el que dice al rey: “¡Perverso!”, o a los nobles: “¡Impíos!”.
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Él no hace distinción de los príncipes ni favorece al rico ante el pobre, pues todos son obra de sus manos.
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En un momento morirán, a medianoche. La gente será sacudida y pasará; los poderosos serán eliminados, y no por mano.
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»Porque los ojos de Dios están sobre los caminos del hombre; él puede ver todos sus pasos.
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No hay tinieblas ni oscuridad para que allí se puedan esconder los que hacen iniquidad.
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Pues Dios no impone plazo al hombre para que vaya a juicio ante él.
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Él quebranta a los fuertes sin consulta, y en lugar de ellos establece a otros.
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Por cuanto conoce los hechos de ellos, en una noche los trastorna y son aplastados.
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Por sus maldades los castiga en un lugar donde lo vean.
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Porque dejaron de seguirle y no consideraron ninguno de sus caminos
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haciendo que el clamor del pobre llegase ante él y que él oyera el clamor de los afligidos.
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Si él calla, ¿quién le inculpará? Si esconde su rostro, ¿quién lo contemplará? Él está igualmente sobre pueblos e individuos,
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para evitar que reine el hombre impío y que ponga trampas al pueblo.