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»He aquí que Dios es poderoso pero no desprecia a nadie. Es poderoso en la fuerza del entendimiento.
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No otorga vida al impío, pero a los afligidos concede justicia.
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No aparta sus ojos de los justos; los hace sentar en tronos junto con los reyes para siempre, y los enaltece.
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Aunque estén presos con grilletes y atrapados con cuerdas de aflicción,
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él les declara lo que han hecho y sus transgresiones, pues ellos mismos se enaltecieron.
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Él abre el oído de ellos a la corrección y manda que se vuelvan de la iniquidad.
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Si ellos escuchan y le sirven acabarán sus días con bienestar y sus años con prosperidad.
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Pero si no escuchan serán traspasados por la lanza y perecerán en su ignorancia.
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Pues los impíos de corazón acumulan ira; no clamarán cuando él los ate.
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