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»He aquí que Dios es poderoso pero no desprecia a nadie. Es poderoso en la fuerza del entendimiento.
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No otorga vida al impío, pero a los afligidos concede justicia.
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No aparta sus ojos de los justos; los hace sentar en tronos junto con los reyes para siempre, y los enaltece.
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Aunque estén presos con grilletes y atrapados con cuerdas de aflicción,
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él les declara lo que han hecho y sus transgresiones, pues ellos mismos se enaltecieron.
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Él abre el oído de ellos a la corrección y manda que se vuelvan de la iniquidad.
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Si ellos escuchan y le sirven acabarán sus días con bienestar y sus años con prosperidad.
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Pero si no escuchan serán traspasados por la lanza y perecerán en su ignorancia.
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Pues los impíos de corazón acumulan ira; no clamarán cuando él los ate.
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Ellos mismos morirán en la juventud, y acabarán su vida entre los pervertidos.
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»Él libra al afligido en su aflicción; en medio de la opresión abre sus oídos.
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También te induce a salir de las fauces de la tribulación a un lugar espacioso, libre de restricciones al solaz de tu mesa llena de abundancia.
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»Pero a ti, por estar lleno del juicio que merece el impío, el juicio y la justicia te echarán mano.
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Por lo cual teme, no sea que te tiente la abundancia ni el mucho soborno te desvíe.