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Pues a la nieve dice: “¡Desciende a la tierra!”; y a la lluvia y al aguacero: “¡Sean impetuosos, oh lluvia y aguaceros!”.
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»Pone su sello en la mano de todo hombre, para que todos los hombres reconozcan la obra suya.
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La fiera entra en su escondrijo permanece en su guarida.
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El huracán viene de su cámara; y el frío, de los vientos del norte.
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Por el soplo de Dios se forma el hielo, y se solidifica la extensión de las aguas.
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Él también recarga las nubes de humedad, y la nube dispersa sus relámpagos.
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Por su designio las hace girar alrededor para que realicen todo lo que les ordene sobre la faz de su mundo habitado.
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Unas veces como azote, otras veces por causa de su tierra y otras veces por misericordia, él las hace aparecer.
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»Presta atención a esto, oh Job; detente y reflexiona en las obras maravillosas de Dios.
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¿Sabes tú cómo las pone Dios y hace aparecer su nube luminosa?
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¿Sabes tú cómo flotan las nubes, las maravillas de aquel que es perfecto en conocimiento?
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Tú, cuyas ropas quedan calientes cuando la tierra es silenciada a causa del viento del sur,
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¿has extendido con él la bóveda celeste, firme cual espejo de metal laminado?