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Escarba en el valle y se regocija con fuerza; sale al encuentro de las armas.
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Se ríe del miedo y no se espanta; no vuelve atrás ante la espada.
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Sobre él resuenan la aljaba, la hoja de la lanza y la jabalina.
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Con estrépito y furor devora la distancia y no se detiene aunque suene la corneta.
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Relincha cada vez que suena la corneta y desde lejos olfatea la batalla, la voz tronadora de los oficiales y el grito de guerra.
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