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Se detuvo, pero yo no reconocí su semblante. Ante mis ojos había una imagen, y oí una voz apacible:
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“¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más puro que su Hacedor?
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Si Dios no se fía ni de sus siervos y aun en sus ángeles halla errores,
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