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Se recuesta debajo del loto, en lo oculto del cañaveral y del pantano.
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Las plantas de loto lo cubren con su sombra; lo rodean los sauces del arroyo.
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He aquí que cuando el río se desborda él no se apresura a escapar. Estará confiado aunque todo el Jordán se arroje contra su boca.
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¿Lo atrapan cuando está vigilando? ¿Le perforan la nariz con garfios?
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