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— He aquí que yo soy insignificante. ¿Qué te he de responder? Pongo mi mano sobre mi boca.
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Una vez hablé y no volveré a responder; aun dos veces, pero no continuaré.
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Entonces el SEÑOR respondió a Job desde el torbellino y dijo:
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— Cíñete, pues, los lomos como un hombre; yo te preguntaré, y tú me lo harás saber:
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¿Acaso invalidarás mi juicio? ¿Me condenarás a mí para justificarte tú?
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