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— Cíñete, pues, los lomos como un hombre; yo te preguntaré, y tú me lo harás saber:
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¿Acaso invalidarás mi juicio? ¿Me condenarás a mí para justificarte tú?
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¿Tienes tú un brazo como el de Dios? ¿Y truenas con una voz como la de él?
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