-
¿Quién me ha dado primero para que yo le restituya? ¡Todo lo que hay debajo del cielo, mío es!
-
»No guardaré silencio acerca de sus miembros, ni de sus proezas, ni de su gallarda figura.
-
¿Quién podrá levantar la superficie de su vestidura? ¿Quién se acercará a él con su doble coraza?
-
¿Quién abrirá sus fauces? Hay terror alrededor de sus dientes.
-
Su espalda está recubierta de hileras de escamas herméticamente unidas entre sí.
-
La una se junta con la otra de modo que ni el aire puede pasar entre ellas.
-
Pegadas están unas con otras; están trabadas entre sí y no se podrán separar.
-
Sus estornudos lanzan destellos de luz; sus ojos son como los párpados del alba.
-
De su boca salen llamaradas; escapan chispas de fuego.
-
De sus narices sale humo, como de olla que hierve al fuego.
-
Su aliento enciende los carbones, y de su boca salen llamaradas.
-
Su poderío reside en su cuello; ante su presencia surge el desaliento.
-
Los pliegues de su carne son apretados; son sólidos e inamovibles.
-
Su corazón es sólido como una roca, sólido como la piedra inferior de un molino.
-
Cuando él se levanta los poderosos sienten pavor y retroceden ante el quebrantamiento.
-
La espada que lo alcanza no lo afecta; tampoco la lanza ni el dardo ni la jabalina.
-
Al hierro estima como paja, y a la madera como a la corrosión del cobre.
-
Las flechas no le hacen huir; las piedras de la honda le son como rastrojo.
-
Al garrote considera hojarasca; se ríe del blandir de la jabalina.
-
Por debajo tiene escamas puntiagudas; deja huellas como un trillo sobre el lodo.
-
Hace hervir el abismo como caldera y convierte el mar en una olla de ungüentos.
-
Tras de sí hace resplandecer un sendero; como si el océano tuviera blanca cabellera.
-
No existe sobre la tierra algo semejante; está hecho exento de temor.
-
Menosprecia todo lo que es alto; es el rey de todas las fieras arrogantes.