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Sus estornudos lanzan destellos de luz; sus ojos son como los párpados del alba.
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De su boca salen llamaradas; escapan chispas de fuego.
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De sus narices sale humo, como de olla que hierve al fuego.
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Su aliento enciende los carbones, y de su boca salen llamaradas.
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Su poderío reside en su cuello; ante su presencia surge el desaliento.
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Los pliegues de su carne son apretados; son sólidos e inamovibles.
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Su corazón es sólido como una roca, sólido como la piedra inferior de un molino.
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