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Entonces Job respondió al SEÑOR y dijo:
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— Reconozco que tú todo lo puedes y que no hay plan que te sea irrealizable.
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“¿Quién es ese que encubre el consejo, con palabras sin entendimiento?”. Ciertamente dije cosas que no entendía, cosas demasiado maravillosas para mí, las cuales jamás podré comprender.
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Escucha, por favor, y hablaré: “Yo te preguntaré, y tú me lo harás saber”.
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De oídas había oído de ti pero ahora mis ojos te ven.
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Por tanto, me retracto y me arrepiento en polvo y ceniza.
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Y aconteció, después que el SEÑOR habló estas palabras a Job, que el SEÑOR dijo a Elifaz el temanita: — Mi ira se ha encendido contra ti y tus dos compañeros porque no han hablado lo recto acerca de mí, como mi siervo Job.
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Ahora pues, tomen para ustedes siete toros y siete carneros, vayan a mi siervo Job y ofrezcan holocausto por ustedes. Entonces mi siervo Job orará por ustedes, porque a él atenderé para no tratarles con afrenta. Porque no han hablado lo recto acerca de mí, como mi siervo Job.
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Entonces fueron Elifaz el temanita, Bildad el sujita y Zofar el namatita, e hicieron como el SEÑOR les había dicho. Y el SEÑOR atendió a Job.
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El SEÑOR restauró a Job, cuando él oraba por sus amigos, y aumentó el SEÑOR al doble todo lo que le había pertenecido a Job.
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Entonces vinieron a él todos sus hermanos, todas sus hermanas y todos los que le habían conocido antes, y comieron con él en su casa. Se compadecieron de él y lo consolaron por todo aquel mal que el SEÑOR había traído sobre él. Cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un pendiente de oro.
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El SEÑOR bendijo los últimos días de Job más que los primeros, y llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnos.
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Tuvo también siete hijos y tres hijas.
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A la primera le puso por nombre Jemima; el nombre de la segunda era Quesia, y el nombre de la tercera, Queren-hapuj.
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No había en toda la tierra mujeres tan hermosas como las hijas de Job, y su padre les dio herencia entre sus hermanos.
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Después de esto, Job vivió ciento cuarenta años y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta cuatro generaciones.
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Y murió Job anciano y lleno de años.