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»¡Clama, pues! ¿Habrá quien te responda? ¿A cuál de los santos acudirás?
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Porque la angustia mata al necio, y el apasionamiento hace morir al ingenuo.
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Yo he visto al necio que echaba raíces y al instante maldije su morada.
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Sus hijos están lejos de toda salvación; en la puerta de la ciudad serán aplastados y no habrá quien los libre.
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Lo que ellos cosechen lo comerá el hambriento, y aun de las espinas lo tomará. Y los sedientos absorberán sus riquezas.
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