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Ciertamente la aflicción no sale del polvo ni el sufrimiento brota de la tierra.
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Pero el hombre nace para el sufrimiento, así como las chispas vuelan hacia arriba.
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»Pero yo, en cambio, apelaría a Dios; a la Divinidad confiaría mi causa.
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Él hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas que no se pueden enumerar.
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Él da la lluvia sobre la faz de la tierra y envía las aguas sobre la faz de los campos.
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Él pone en alto a los humillados, y los enlutados logran gran liberación.
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Él frustra los planes de los astutos, para que sus manos no logren su propósito.
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Él atrapa a los sabios en sus argucias, y el designio de los sagaces es trastornado.
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De día se encuentran con las tinieblas, y a mediodía andan a tientas como de noche.
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Él libra al desolado de la boca de ellos, y al pobre de la mano del fuerte.
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Así habrá esperanza para el necesitado, y la perversidad cerrará su boca.
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»¡He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios disciplina! No menosprecies la corrección del Todopoderoso.
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Porque él hiere pero también venda; él golpea pero sus manos sanan.
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En seis tribulaciones te librará; y en siete no te tocará el mal.
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En el hambre te redimirá de la muerte; y en la guerra, del poder de la espada.
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Serás escondido del azote de la lengua, y no temerás cuando venga la destrucción.
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De la destrucción y del hambre te reirás, y no temerás las fieras de la tierra.
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Pues aun con las piedras del campo tendrás alianza, y los animales del campo tendrán paz contigo.
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Sabrás que tu tienda está en paz; revisarás tu morada, y nada echarás de menos.
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Sabrás que tu descendencia es mucha, que tu prole es como la hierba de la tierra.
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Irás a la tumba lleno de vigor, cual gavilla de trigo que se recoge a su tiempo.