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Entonces respondió Job y dijo:
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— ¡Oh, si pudieran pesar mi angustia y pusiesen juntamente mi ruina en la balanza!
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Ciertamente ahora pesarían más que la arena de los mares. Por eso mis palabras han sido precipitadas;
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porque las flechas del Todopoderoso están en mí, y mi espíritu bebe su veneno. Me combaten los terrores de parte de Dios.
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»¿Acaso rebuzna el asno montés junto a la hierba? ¿Acaso muge el buey junto a su forraje?
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¿Se comerá lo insípido sin sal? ¿Habrá gusto en la savia de la malva?
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Mi alma rehusaba tocarlos, pero ellos son mi repugnante comida.
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