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»Ciertamente, ahora han llegado a ser así; han visto el horror y tienen miedo.
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¿Acaso les he dicho: “Tráiganme algo”, o: “De sus recursos ofrezcan algo en mi favor”,
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o: “Líbrenme de la mano del enemigo”, o: “Rescátenme de la mano de los violentos”?
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Enséñenme, y yo me callaré; háganme entender en qué he errado.
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¡Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Pero ustedes, ¿qué es lo que pretenden reprender?
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¿Piensan reprender las palabras y los dichos de un desesperado como si fueran viento?
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Ustedes serían capaces de rifar a un huérfano y de especular sobre su amigo.
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