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¿Acaso soy yo el mar o el monstruo marino para que me pongas bajo guardia?
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Cuando digo: “Mi cama me consolará, mi lecho aliviará mis quejas”,
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entonces me aterras con sueños y me turbas con visiones.
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Y así mi alma prefiere la asfixia y la muerte, antes que estos mis huesos.
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¡Me deshago! No he de vivir para siempre. ¡Déjame, pues mis días son vanidad!
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»¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas y para que te preocupes de él;
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para que lo visites cada mañana, y para que a cada instante lo pongas a prueba?
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¿Cuándo dejarás de observarme, y me soltarás para que siquiera trague mi saliva?
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Si he pecado, ¿qué daño te hago a ti, oh Vigilante de los hombres? ¿Por qué me pones como tu blanco? ¿Por qué me haces carga para mí mismo?
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¿O por qué no perdonas mi rebelión y quitas mi iniquidad? Pues ahora yaceré en el polvo, y si con diligencia me buscas, ya no estaré.
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