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Como la nube se deshace y se desvanece, así el que desciende al Seol no volverá a subir.
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No volverá más a su casa, ni su lugar lo volverá a reconocer.
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»Por tanto, yo no refrenaré mi boca. Hablaré en la angustia de mi espíritu; me quejaré en la amargura de mi alma.
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¿Acaso soy yo el mar o el monstruo marino para que me pongas bajo guardia?
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