-
Dios no detendrá su ira; bajo él se postran los que ayudan a Rahab.
-
»¿Cómo, pues, podré responderle? ¿Podré yo escoger mis palabras para con él?
-
Aun siendo justo, no podría responderle; más bien, pediría clemencia en mi causa.
-
Si yo le invocara y él me respondiese, yo no podría creer que escuchara mi voz.
-
Porque me aplasta con tormenta, y aumenta mis heridas sin causa.
-
No me deja cobrar aliento sino que me colma de amarguras.
-
Si se trata de fuerzas, ¡he aquí que es poderoso! Si se trata de juicio, ¿quién lo convocará?
-
Si me declaro justo mi boca me condena; si íntegro, él me declara culpable.
-
¿Soy íntegro? Ni yo mismo me conozco. ¡Desprecio mi vida!
-
Da lo mismo, por lo cual digo: “Al íntegro y al impío, él los consume”.
-
Si el azote mata de repente él se ríe de la desesperación de los inocentes.
-
La tierra es entregada en manos de los impíos, y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él, entonces, ¿quién es?