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»Porque él no es hombre como yo para que le responda y para que juntos vengamos a juicio.
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No hay entre nosotros un árbitro que ponga su mano sobre ambos.
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¡Que quite de sobre mí su vara, y que no me espante su terror!
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Entonces yo hablaré y no le temeré; de otro modo, yo no soy dueño de mí mismo.
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