Explicación, estudio y comentario bíblico de Juan 1:19-39 verso por verso
Este es el testimonio de Juan cuando los judíos le enviaron de Jerusalén unos sacerdotes y levitas para preguntarle: — ¿Quién eres tú?
Él confesó y no negó sino que confesó: — Yo no soy el Cristo.
Y le preguntaron: — ¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Y dijo: — No lo soy. — ¿Eres tú el profeta? Y respondió: — No.
Le dijeron entonces: — ¿Quién eres, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices en cuanto a ti mismo?
Dijo: — Yo soy la voz de uno que proclama en el desierto: “Enderecen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías.
Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.
Le preguntaron y le dijeron: — ¿Entonces, por qué bautizas si tú no eres el Cristo ni Elías ni el profeta?
Juan les respondió diciendo: — Yo bautizo en agua, pero en medio de ustedes está uno a quien ustedes no conocen.
Él es el que viene después de mí, de quien yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
Estas cosas acontecieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo: — ¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!
Este es aquel de quien dije: “Después de mí viene un hombre que ha llegado a ser antes de mí porque era primero que yo”.
Yo no lo conocía; pero para que él fuera manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando en agua.
Juan dio testimonio diciendo: — He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posar sobre él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo”.
Yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.
Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos.
Al ver a Jesús que andaba por allí, dijo: — ¡He aquí el Cordero de Dios!
Los dos discípulos lo oyeron hablar y siguieron a Jesús.
Jesús, al darse vuelta y ver que lo seguían, les dijo: — ¿Qué buscan? Y ellos le dijeron: — Rabí — que significa maestro — , ¿dónde moras?
Les dijo: — Vengan y vean. Por lo tanto, fueron y vieron dónde moraba; y se quedaron con él aquel día, porque eran como las cuatro de la tarde.