Explicación, estudio y comentario bíblico de Juan 10:9-43 verso por verso
Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí será salvo; entrará, saldrá y hallará pastos.
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas.
Pero el asalariado, que no es el pastor y a quien no le pertenecen las ovejas, ve que viene el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo arrebata y esparce las ovejas.
Huye porque es asalariado y a él no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
Como el Padre me conoce, yo también conozco al Padre y pongo mi vida por las ovejas.
“También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también me es necesario traer, y oirán mi voz. Así habrá un solo rebaño y un solo pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”.
Hubo división otra vez entre los judíos a causa de estas palabras,
y muchos de ellos decían: — Demonio tiene y está fuera de sí. ¿Por qué lo escuchan?
Otros decían: — Estas palabras no son las de un endemoniado. ¿Podrá un demonio abrir los ojos de los ciegos?
Se celebraba entonces la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Era invierno,
y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Entonces lo rodearon los judíos y le dijeron: — ¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si tú eres el Cristo dínoslo abiertamente.
Jesús les contestó: — Se lo he dicho y no creen. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, estas dan testimonio de mí.
Pero ustedes no creen porque no son de mis ovejas.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.
Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, es mayor que todos y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre.
Yo y el Padre uno somos.
Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
Jesús les respondió: — Muchas buenas obras les he mostrado de parte del Padre. ¿Por cuál de estas obras me apedrean?
Los judíos le respondieron: — No te apedreamos por obra buena sino por blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
Jesús les respondió: — ¿No está escrito en su ley, “Yo dije: Ustedes son dioses”?
Si dijo “dioses” a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser anulada),
¿dicen ustedes: “Tú blasfemas” a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dije: “Soy Hijo de Dios”?
Si no hago las obras de mi Padre, no me crean.
Pero si las hago, aunque a mí no me crean, crean a las obras para que conozcan y crean que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
Procuraban otra vez tomarlo preso pero él se salió de las manos de ellos.
Y volvió al otro lado del Jordán, al lugar donde al principio Juan había estado bautizando, y se quedó allí.
Y muchos fueron a él y decían: “Juan, a la verdad, ninguna señal hizo pero todo lo que Juan dijo de este era verdad”.
Y muchos creyeron en él allí.