Explicación, estudio y comentario bíblico de Juan 11:27-57 verso por verso
Le dijo: — Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.
Y cuando hubo dicho esto, fue y llamó en secreto a su hermana María diciendo: — El Maestro está aquí y te llama.
Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y fue a donde él estaba;
pues Jesús todavía no había llegado a la aldea sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado.
Entonces, los judíos que estaban en la casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron porque pensaban que iba al sepulcro a llorar allí.
Luego, cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús y lo vio, se postró a sus pies diciéndole: — Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.
Entonces Jesús, al verla llorando y al ver a los judíos que habían venido junto con ella también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó.
Y dijo: — ¿Dónde lo han puesto? Le dijeron: — Señor, ven y ve.
Jesús lloró.
Entonces dijeron los judíos: — Miren cómo lo amaba.
Pero algunos de ellos dijeron: — ¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, hacer también que Lázaro no muriese?
Jesús, conmovido otra vez dentro de sí, fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta una piedra contra la entrada.
Jesús dijo: — Quiten la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: — Señor, hiede ya porque tiene cuatro días.
Jesús le dijo: — ¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?
Luego quitaron la piedra, y Jesús alzó los ojos arriba y dijo: — Padre, te doy gracias porque me oíste.
Yo sabía que siempre me oyes pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Habiendo dicho esto, llamó a gran voz: — ¡Lázaro, ven fuera!
Y el que había estado muerto salió, atados los pies y las manos con vendas, y su cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: — Desátenlo y déjenlo ir.
Muchos de los judíos que habían venido a María y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.
Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron al Sanedrín y decían: — ¿Qué hacemos? Pues este hombre hace muchas señales.
Si lo dejamos seguir así todos creerán en él; y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar y nuestra nación.
Entonces uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote en aquel año, les dijo: — Ustedes no saben nada;
ni consideran que les conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que perezca toda la nación.
Pero esto no lo dijo de sí mismo sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
y no solamente por la nación sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban esparcidos.
Así que, desde aquel día resolvieron matarle.
Por lo tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos sino que se fue de allí a la región que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín; y estaba allí con sus discípulos.
Ya estaba próxima la Pascua de los judíos, y muchos subieron de esa región a Jerusalén antes de la Pascua para purificarse.
Buscaban a Jesús y se decían unos a otros, estando en el templo: — ¿Qué les parece? ¿Que tal vez ni venga a la fiesta?
Los principales sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que si alguno supiera dónde estaba, lo informara para que lo tomaran preso.