Explicación, estudio y comentario bíblico de Juan 12:20-50 verso por verso
Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.
Ellos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban diciendo: — Señor, quisiéramos ver a Jesús.
Felipe fue y se lo dijo a Andrés. Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.
Y Jesús les respondió diciendo: — Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.
De cierto, de cierto les digo que a menos que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, queda solo, pero si muere lleva mucho fruto.
El que ama su vida la pierde; pero el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estoy allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.
»Ahora está turbada mi alma. ¿Qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”? ¡Al contrario, para esto he llegado a esta hora!
Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: “¡Ya lo he glorificado y lo glorificaré otra vez!”.
La multitud que estaba presente y escuchó decía que había sido un trueno. Otros decían: — ¡Un ángel le ha hablado!
Jesús respondió y dijo: — No ha venido esta voz por causa mía sino por causa de ustedes.
Ahora es el juicio de este mundo. Ahora será echado fuera el príncipe de este mundo.
Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.
Esto decía dando a entender de qué muerte había de morir.
Entonces la gente le respondió: — Nosotros hemos oído que, según la ley, el Cristo permanece para siempre. ¿Y cómo es que tú dices: “Es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado”? ¿Quién es este Hijo del Hombre?
Entonces Jesús les dijo: — Aún por un poco de tiempo está la luz entre ustedes. Anden mientras tienen la luz para que no los sorprendan las tinieblas. Porque el que anda en tinieblas no sabe a dónde va.
Mientras tienen la luz crean en la luz para que sean hijos de luz. Estas cosas habló Jesús y, al apartarse, se escondió de ellos.
Pero, a pesar de haber hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él
para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje? ¿A quién se ha revelado el brazo del Señor?.
Por eso no podían creer, porque Isaías dijo en otra ocasión:
Él ha cegado los ojos de ellos y endureció su corazón, para que no vean con los ojos ni entiendan con el corazón, ni se conviertan, y yo los sane.
Estas cosas dijo Isaías porque vio su gloria y habló acerca de él.
No obstante, aun de entre los dirigentes muchos creyeron en él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban para no ser expulsados de la sinagoga.
Porque amaron la gloria de los hombres más que la gloria de Dios.
Pero Jesús alzó la voz y dijo: “El que cree en mí, no cree en mí sino en el que me envió;
y el que me ve a mí, ve al que me envió.
Yo he venido al mundo como luz para que todo aquel que cree en mí no permanezca en las tinieblas.
Si alguien oye mis palabras y no las guarda yo no lo juzgo; porque yo no vine para juzgar al mundo sino para salvar al mundo.
El que me desecha y no recibe mis palabras tiene quien lo juzgue: La palabra que he hablado lo juzgará en el día final.
Porque yo no hablé por mí mismo; sino que el Padre que me envió, él me ha dado mandamiento de qué he de decir y de qué he de hablar.
Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así que lo que yo hablo, lo hablo tal y como el Padre me ha hablado”.