Explicación, estudio y comentario bíblico de Juan 13:2-17 verso por verso
Durante la cena, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas hijo de Simón Iscariote que lo entregara,
y sabiendo Jesús que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos y que él había salido de Dios y a Dios iba,
se levantó de la cena; se quitó el manto y, tomando una toalla, se ciñó con ella.
Luego echó agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Entonces llegó a Simón Pedro y este le dijo: — Señor, ¿tú me lavas los pies a mí?
Respondió Jesús y le dijo: — Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora pero lo comprenderás después.
Pedro le dijo: — ¡Jamás me lavarás los pies! Jesús le respondió: — Si no te lavo no tienes parte conmigo.
Le dijo Simón Pedro: — Señor, entonces, no solo mis pies sino también las manos y la cabeza.
Le dijo Jesús: — El que se ha lavado no tiene necesidad de lavarse más que los pies pues está todo limpio. Ya ustedes están limpios, aunque no todos.
Porque sabía quién lo entregaba por eso dijo: “No todos están limpios”.
Así que, después de haberles lavado los pies, tomó su manto, se volvió a sentar a la mesa y les dijo: — ¿Entienden lo que les he hecho?
Ustedes me laman Maestro y Señor y dicen bien, porque lo soy.
Pues bien, si yo, el Señor y el Maestro, lavé sus pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros.
Porque ejemplo les he dado para que, así como yo se los hice, ustedes también lo hagan.
De cierto, de cierto les digo que el siervo no es mayor que su señor ni tampoco el apóstol es mayor que el que lo envió.
Si saben estas cosas, bienaventurados son si las hacen.