Explicación, estudio y comentario bíblico de Juan 8:2-11 verso por verso
y muy de mañana volvió al templo. Todo el pueblo venía a él y sentado, les enseñaba.
Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio,
le dijeron: — Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio.
Ahora bien, en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tú, pues, ¿qué dices?
Esto decían para probarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo.
Pero, como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: — El de ustedes que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
Al inclinarse hacia abajo otra vez, escribía en tierra.
Pero cuando lo oyeron, salían uno por uno comenzando por los más viejos. Solo quedaron Jesús y la mujer, que estaba en medio.
Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: — Mujer, ¿dónde están?. ¿Ninguno te ha condenado?
Y ella dijo: — Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: — Ni yo te condeno. Vete y, desde ahora, no peques más].