• Juan 8:2

    y muy de mañana volvió al templo. Todo el pueblo venía a él y sentado, les enseñaba.

  • Juan 8:3

    Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio,

  • Juan 8:4

    le dijeron: — Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio.

  • Juan 8:5

    Ahora bien, en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tú, pues, ¿qué dices?

  • Juan 8:6

    Esto decían para probarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo.

  • Juan 8:7

    Pero, como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: — El de ustedes que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.

  • Juan 8:8

    Al inclinarse hacia abajo otra vez, escribía en tierra.

  • Juan 8:9

    Pero cuando lo oyeron, salían uno por uno comenzando por los más viejos. Solo quedaron Jesús y la mujer, que estaba en medio.

  • Juan 8:10

    Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: — Mujer, ¿dónde están?. ¿Ninguno te ha condenado?

  • Juan 8:11

    Y ella dijo: — Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: — Ni yo te condeno. Vete y, desde ahora, no peques más].

  • Juan 8:12

    Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo: — Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida.

  • Juan 8:13

    Entonces los fariseos le dijeron: — Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

  • Juan 8:14

    Jesús respondió y les dijo: — Aun si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero porque sé de dónde vine y a dónde voy. Pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy.

  • Juan 8:15

    Ustedes juzgan según la carne pero yo no juzgo a nadie.

  • Juan 8:16

    Y aun si yo juzgo, mi juicio es verdadero porque no soy yo solo sino yo y el Padre que me envió.

  • Juan 8:17

    En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.

  • Juan 8:18

    Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.

  • Juan 8:19

    Entonces le decían: — ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: — Ni a mí me conocen, ni a mi Padre. Si a mí me hubieran conocido, a mi Padre también habrían conocido.

  • Juan 8:20

    Estas palabras habló Jesús enseñando en el templo en el lugar de las ofrendas; y nadie lo prendió porque todavía no había llegado su hora.

  • Juan 8:21

    Luego Jesús les dijo otra vez: — Yo me voy, y me buscarán; pero en su pecado morirán. A donde yo voy ustedes no pueden ir.

  • Juan 8:22

    Entonces los judíos decían: — ¿Será posible que se habrá de matar a sí mismo? Pues dice: “A donde yo voy, ustedes no pueden ir”.

  • Juan 8:23

    Él les decía: — Ustedes son de abajo; yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.

  • Juan 8:24

    Por esto les dije que morirán en sus pecados; porque a menos que crean que Yo Soy, en sus pecados morirán.

  • Juan 8:25

    Así que le decían: — Tú, ¿quién eres? Entonces Jesús les dijo: — Lo mismo que les vengo diciendo desde el principio.

  • Juan 8:26

    Muchas cosas tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de parte de él, esto hablo al mundo.

  • Juan 8:27

    Pero no entendieron que les hablaba del Padre.

  • Juan 8:28

    Entonces Jesús les dijo: — Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderán que Yo Soy, y que nada hago de mí mismo sino que estas cosas hablo así como el Padre me enseñó.

  • Juan 8:29

    Porque el que me envió, conmigo está. El Padre no me ha dejado solo porque yo hago siempre lo que le agrada a él.

  • Juan 8:30

    Mientras él decía estas cosas, muchos creyeron en él.

  • Juan 8:31

    Por tanto, Jesús decía a los judíos que habían creído en él: — Si ustedes permanecen en mi palabra serán verdaderamente mis discípulos;

  • Juan 8:32

    y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

  • Juan 8:33

    Le respondieron: — Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Llegarán a ser libres”?

  • Juan 8:34

    Jesús les respondió: — De cierto, de cierto les digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado.

  • Juan 8:35

    El esclavo no permanece en la casa para siempre; el Hijo sí queda para siempre.

  • Juan 8:36

    Así que, si el Hijo los hace libres, serán verdaderamente libres.

  • Juan 8:37

    Sé que son descendientes de Abraham; no obstante, procuran matarme porque mi palabra no tiene cabida en ustedes.

  • Juan 8:38

    Yo hablo de lo que he visto estando con el Padre, y ustedes hacen lo que han oído de parte de su padre.

  • Juan 8:39

    Respondieron y le dijeron: — Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: — Puesto que son hijos de Abraham, hagan las obras de Abraham.

  • Juan 8:40

    Pero ahora procuran matarme a mí, un hombre que les he hablado la verdad que oí de parte de Dios. ¡Esto no lo hizo Abraham!

  • Juan 8:41

    Ustedes hacen las obras de su padre. Entonces le dijeron: — Nosotros no hemos nacido de inmoralidad sexual. Tenemos un solo padre, Dios.

  • Juan 8:42

    Entonces Jesús les dijo: — Si Dios fuera el padre de ustedes, me amarían; porque yo he salido y he venido de Dios. Yo no he venido por mí mismo sino que él me envió.

  • Juan 8:43

    ¿Por qué no comprenden lo que digo? Porque no pueden oír mi palabra.

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