• Juan 8:32

    y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

  • Juan 8:33

    Le respondieron: — Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Llegarán a ser libres”?

  • Juan 8:34

    Jesús les respondió: — De cierto, de cierto les digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado.

  • Juan 8:35

    El esclavo no permanece en la casa para siempre; el Hijo sí queda para siempre.

  • Juan 8:36

    Así que, si el Hijo los hace libres, serán verdaderamente libres.

  • Juan 8:37

    Sé que son descendientes de Abraham; no obstante, procuran matarme porque mi palabra no tiene cabida en ustedes.

  • Juan 8:38

    Yo hablo de lo que he visto estando con el Padre, y ustedes hacen lo que han oído de parte de su padre.

  • Juan 8:39

    Respondieron y le dijeron: — Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: — Puesto que son hijos de Abraham, hagan las obras de Abraham.

  • Juan 8:40

    Pero ahora procuran matarme a mí, un hombre que les he hablado la verdad que oí de parte de Dios. ¡Esto no lo hizo Abraham!

  • Juan 8:41

    Ustedes hacen las obras de su padre. Entonces le dijeron: — Nosotros no hemos nacido de inmoralidad sexual. Tenemos un solo padre, Dios.

  • Juan 8:42

    Entonces Jesús les dijo: — Si Dios fuera el padre de ustedes, me amarían; porque yo he salido y he venido de Dios. Yo no he venido por mí mismo sino que él me envió.

  • Juan 8:43

    ¿Por qué no comprenden lo que digo? Porque no pueden oír mi palabra.

  • Juan 8:44

    Ustedes son de su padre el diablo, y quieren satisfacer los deseos de su padre. Él era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla porque es mentiroso y padre de mentira.

  • Juan 8:45

    Pero a mí, porque les digo la verdad, no me creen.

  • Juan 8:46

    ¿Quién de ustedes me halla culpable de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué ustedes no me creen?

  • Juan 8:47

    El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Por esta razón ustedes no las escuchan, porque no son de Dios.

Continúa después de la publicidad