Explicación, estudio y comentario bíblico de Juan 9:8-23 verso por verso
Entonces los vecinos y los que antes lo habían visto que era mendigo decían: — ¿No es este el que se sentaba para mendigar?
Unos decían: — Este es. Y otros: — No. Pero se parece a él. Él decía: — Yo soy.
Entonces le decían: — ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?
Él respondió: — El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: “Ve a Siloé y lávate”. Entonces, cuando fui y me lavé, recibí la vista.
Y le dijeron: — ¿Dónde está él? Él dijo: — No sé.
Llevaron ante los fariseos al que antes era ciego,
porque el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos era sábado.
Entonces los fariseos le volvieron a preguntar de qué manera había recibido la vista, y les dijo: — Él me puso lodo sobre los ojos, me lavé y veo.
Entonces algunos de los fariseos decían: — Este hombre no es de Dios porque no guarda el sábado. Pero otros decían: — ¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales señales? Había una división entre ellos.
Entonces volvieron a hablar al ciego: — ¿Qué dices tú de él, puesto que te abrió los ojos? Y él dijo: — Que es profeta.
Los judíos, pues, no creían que él había sido ciego y que había recibido la vista hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista
y les preguntaron diciendo: — ¿Es este su hijo, el que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?
Respondieron sus padres y dijeron: — Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego.
Pero cómo ve ahora, no sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Edad tiene; pregúntenle a él y él hablará por su cuenta.
Sus padres dijeron esto porque tenían miedo de los judíos, porque ya los judíos habían acordado que si alguno confesaba que Jesús era el Cristo fuera expulsado de la sinagoga.
Por esta razón dijeron sus padres: “Edad tiene; pregúntenle a él”.