Explicación, estudio y comentario bíblico de Jueces 13:9-20 verso por verso
Dios escuchó la voz de Manoa, y el ángel de Dios volvió otra vez a la mujer, cuando ella estaba sentada en el campo, pero Manoa su marido no estaba con ella.
La mujer se apresuró, corrió y avisó a su marido diciéndole: — ¡He aquí que se me ha aparecido el hombre que vino a mí el otro día!
Manoa se levantó y siguió a su mujer; y cuando llegó al hombre, le preguntó: — ¿Eres tú el hombre que habló a la mujer? Él respondió: — Sí, yo soy.
Entonces Manoa dijo: — Cuando tu palabra se cumpla, ¿cuál será la norma de vida para el niño y qué se ha de hacer con él?
Y el ángel del SEÑOR respondió a Manoa: — La mujer se guardará de todas las cosas que le dije:
Que no coma nada que provenga de la vid ni beba vino ni licor ni coma nada inmundo. Ha de guardar todo lo que le he mandado.
Entonces Manoa dijo al ángel del SEÑOR: — Permítenos detenerte y preparar para ti un cabrito del rebaño.
Y el ángel del SEÑOR respondió a Manoa: — Aunque me detengas, no comeré de tu comida. Pero si quieres ofrecer holocausto, ofrécelo al SEÑOR. Manoa no sabía que él era el ángel del SEÑOR.
Entonces Manoa preguntó al ángel del SEÑOR: — ¿Cuál es tu nombre, para que te honremos cuando se cumpla tu palabra?
El ángel del SEÑOR le respondió: — ¿Por qué preguntas por mi nombre? Es Admirable.
Manoa tomó un cabrito del rebaño con su ofrenda vegetal, y lo sacrificó sobre la peña al SEÑOR. Entonces él hizo un prodigio ante la vista de Manoa y de su mujer.
Aconteció que mientras la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel del SEÑOR subió en la llama del altar ante la vista de Manoa y de su mujer, quienes se postraron en tierra sobre sus rostros.