Explicación, estudio y comentario bíblico de Jueces 19:16-22 verso por verso
Pero he aquí que al atardecer un anciano volvía de trabajar en el campo. Este hombre era de la región montañosa de Efraín y habitaba como forastero en Gabaa, pues los habitantes de aquel lugar eran de los hijos de Benjamín.
Alzando los ojos, vio a aquel viajero en la plaza de la ciudad; y el anciano le preguntó: — ¿A dónde vas y de dónde vienes?
Él le respondió: — Pasamos de Belén de Judá hasta las partes más remotas de la región montañosa de Efraín, de donde soy. Fui hasta Belén de Judá y voy a mi casa, pero no hay quien me reciba en su casa.
No obstante, nosotros tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para mí, para tu sierva y para el criado que está con tus siervos. No nos falta nada.
El anciano dijo: — La paz sea contigo. Lo que te falte quede todo a mi cargo, pero no pases la noche en la plaza.
Los hizo entrar en su casa y dio forraje a los asnos. Y ellos se lavaron los pies, comieron y bebieron.
Cuando estaban alegrándose, he aquí que los hombres de la ciudad, hombres pervertidos, rodearon la casa y golpearon la puerta diciendo al anciano dueño de la casa: — ¡Saca fuera al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos!